Sueños.
El silencio.
Ojos cerrados.
Una respiración.
El ruido del despertador.
El botón con el que se para.
El calor debajo de las mantas.
Las zapatillas, la bata, la ducha.
El agua caliente, la espuma y el
jabón.
El primer paseo por la casa y un
cigarro.
El olor del café recién hecho, el de
las tostadas.
Un vistazo a la mesa del despacho:
las hojas están ahí.
Las palabras escritas llaman a las
que ya flotan en el aire.
La pereza ante el trabajo, el deseo
de terminar el libro. Las ganas.
Sube las persianas. Entra la
luz. Prefiere mirar a las musas a la cara.
El paquete de folios, los bolígrafos
alineados, la música sonando de fondo.
Una silla cómoda, una mesa
abarrotada, tres diccionarios, un talismán y una flor.
Ya.
Sólo faltaba él, el secretario de
las voces de sus personajes, los mismos que a duras penas le han abandonado
durante la noche, que apenas han respetado su descanso, que se han colado en
sus sueños para llenarlos de palabras; aquellos a los que dejó al borde de la
desesperación, del llanto, a punto de ser abandonados por sus amantes o de
tomar una importante y dolorosa decisión. Sus personajes, los dueños de todas
sus horas, sus amos. Todos están ya allí, junto a él, piden turno y se callan.
Después empiezan a susurrarle en el oído, a ese hombre que se cree escritor.
¡Ay, los personajes! Cuando están nos absorben y si se van, nos sentimos vacías, no sabemos vivir sin su compañía.
ResponderEliminarMe gusta la estructura, la disposición del texto, es un juego precioso. Es más me quedaría sólo con la primera parte, la 2ª rompe el esquema y desde mi punto de vista es innecesaria.
ResponderEliminarBesos.
Si, escribir es un juego o debería.
ResponderEliminarEs posible que la segunda parte sobre, tienes razón. No he usado la tijera tanto como debiera.
Gracias a las dos, por la visita, los comentarios y la opinión
Me fascina la estructura que le has dado, esa escalera que no sé, si va en subida o en bajada.
ResponderEliminarBesos desde el aire