El primero en caer fue el conejo azul. Unos segundos después, la víctima era el pato. Más tarde, vi caer con horror al cerdo, mi compañero y amigo. El siguiente era yo.
Aterrorizado busqué al culpable de la masacre: estaba sólo a un par de metros y sonreía.
Oí el disparo que tenía mi nombre pero… permanecí en el sitio. ¡El asesino había fallado!
Cuando el mecanismo que me mueve me devolvió a la calle, lo vi por última vez en mi vida. Llevaba en los brazos uno de los premios que se entregan a aquellos que tienen buena puntería. Llevaba en los brazos a la muñeca Chochona, mi novia.
¡Qué impotencia! Me gustó mucho. Y lo de la muñeca chochona está genial.
ResponderEliminarBesos de feria.
Jejejeje, me imaginé que no eran animales reales, pero hasta el último párrafo no acerté a ver que estaban en la feria, cuando ha llegado la muñeca chochona has arrancado una sonrisa de mi boca. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarLola: es terrible ver que no puedes hacer nada, ni por los compañeros y amigos ni por tu novia. ¡Y todavía no ha acabado el día, ni la feria!
ResponderEliminarMaite: ¿animales reales? ¿un conejo azul? Jajaja y perdona que me ría un poco.
Un beso para las dos, pasadlo bien el finde.
Lindo cuento Luisa!
ResponderEliminarSaludos!
La frase final es genial.
ResponderEliminarUn beso, Luisa.