Antonio Pérez Molina. Al oír su nombre, el pasado del que huía me alcanzó.
Nos habíamos conocido cinco años antes, yo acababa de casarme y él era el dueño del hotel en donde nos hospedaríamos. Poco después Ana me dejaba, yo hacía un pacto de no agresión con la nueva pareja e iniciaba una nueva vida.
Pero la vida es sorprendente.
Antonio y Ana se habían separado pronto, en cuanto a él le acusaron de fraude. Y ahora, él era el principal acusado de un asesinato. ¿Mi misión? Defenderle.
“Sin rencores”, dijimos cuando nos vimos. “¿Una copa?”, pregunté. “Ya no bebo, ¿una gaseosa?” y nos reímos. “¿Cómo lo ves?” “Bien, lo veo bien, este recibo es la coartada perfecta”, dije guardándolo en una carpeta para perderlo después. Sonreí, dentro de muy poco vería su rostro mirándome desde el banquillo con absoluta desesperación.
(microrrelato seleccionado en el III Concurso de Microrrelatos sobre Abogados, mes de enero)
Me gusta. La venganza es un plato que se sirve frío.
ResponderEliminarSaludillos
Es muy bueno. Te redeseo suerte, Luisa.
ResponderEliminarA pares los abrazos.
Puck: graciñas para tus saludillos, que la venganza no esté contigo. ¿Vale?
ResponderEliminarLola, y suerte también para tí.
Un par de besos.
Es mi primer intento y en el borrador me salieron 270 palabras, un desastre. Yo aún veo las huellas de los tijeretazos en el micro, y los hilvanes.
Ay! Si es que hay cosas que no se olvidan... Muy bueno micro, Luisa.
ResponderEliminarEnhorabuena Luisa y mucha suerte. El texto es bueno, sin duda.
ResponderEliminarAbrazos.