Después de la última pandemia que a punto estuvo de acabar con la humanidad, las autoridades políticas, religiosas y sanitarias se pusieron de acuerdo por una vez en algo: el control sobre las personas tenía que ser total. Desde entonces cada recién nacido sufre una operación antes de volver a los brazos de su madre, le implantan un microchip en el corazón y se dice que sólo los niños que sobreviven son los que realmente nacen.
Yo fui uno de esos niños. Mi cuerpo asumió con cierta naturalidad el objeto extraño pero, desde que me acuerdo, siempre me he sentido prisionero, apresado.
Hoy vuelvo a estar en la mesa de operaciones. Mis amigos van a hurgar en mi cuerpo para liberarme. Hoy estaré de nuevo a punto de morir pero, si esto ocurre, sé que las personas que constituyen esta nueva resistencia harán lo que sea preciso para que el microchip no pueda registrarlo.
(microrrelato presentado sin éxito al Concurso de microrrelatos Byte)
El primer párrafo es devastador. Toca la fibra.
ResponderEliminarHace unos días terminé con el último libro de Pablo Tusset, "Oxfort 7" en él vamos encaminados al chip subcutaneo, al contro total...
ResponderEliminarBuen micro Luisa!
...acabo de ver tu coment de "rehaciendo cabezas" no te gustó?...
ResponderEliminarTodavía no llevamos microchip, pero estamos tan controlados que se acerca demasíado a este micro tuyo.
ResponderEliminarBesitos
Es ciencia ficción. Por favor, por favor, que no sea realidad nunca, aunque a veces que se parece un poco. Por favor, por favor.
ResponderEliminar¿Ciencia ficción? Quizás no lo sea tanto, sobre todo por la ficción. Me ha alegrado leerte.
ResponderEliminarBlogsaludos
Lo bueno es que seguro que habrá un mercado negro de retiradores de chips. De todas formas, a mi suegra ya se lo han puesto: se llama Sálvame deluxe
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