Desde la primera viñeta, miró de reojo y descubrió el rostro emocionado del niño leyendo el cómic que tenía entre las manos. No, no podía permitirse el defraudarle, no a él.
Salvó ciudades, peleó contra todo tipo de villanos, liberó inocentes y víctimas, fue herido y se sobrepuso al dolor. Así, empleándose a fondo, avanzó página tras página hasta llegar a la última, la que tenía la viñeta más grande, desde la que vio la satisfacción de su lector hecha realidad en una sonrisa que llenaba su cara.
Llegado ese momento, con tristeza, sintió como si se congelase. El niño cerraba el tebeo y el cielo de papel se venía abajo, hasta que el pequeño, su superhéroe, volviese a abrirlo y obrase el milagro de que su mundo echase de nuevo a andar.
(microrrelato presentado sin éxito al Concurso de Microrrelatos “Literatura condensada”)
Me encanta esta vuelta de tuerca con el niño superheroe
ResponderEliminarSaludillos
La idea es muy buena. ¿Quién daría sentido a los superhéroes si no lo hiciesen los niños? Es algo mutuo. Pero lo has explicado de una forma tan dulce....
ResponderEliminarQué original, Luisa!!! Cuando uno cree que ya lo ha leído todo, venís vos con esto.
ResponderEliminarPrecioso micro.
Un beso
Que duro es para algunos aceptar que son meramente imaginarios, no comprenden que la realidad también tiene vacíos y tiempos estancados.
ResponderEliminarMuy original este micro, la proxima vez que cierre un cómic tendré cuidado.
ResponderEliminarBesitos
Como asiduo lector de cómics me ha encantado, Luisa.
ResponderEliminarMuy muy bueno.
Saludos...