5 de marzo de 2013

Vistazo

El tiempo me abofetea con su discurso indiferente hasta que oigo sus pasos, como patadas, acercándose por el corredor. Mi corazón empieza a martillearme en el pecho. Todos sabemos qué va ocurrir, somos infalibles; pero lo único que no sabemos es la celda frente a la que se pararán las botas, la porra y las órdenes que son como ráfagas de metralla. El silencio se materializa frente a mi puerta, me impacta; mis moratones y cardenales aún no han olvidado, tampoco los dientes que me faltan. La puerta se abre violentamente, choca contra la pared y, ante el nuevo asalto, elevo la cabeza, lo miro, me atrevo a mirarlo y… tengo un golpe de suerte, veo cómo ve en mí lo que soy y no dejaré de ser nunca: un ser humano. Mis ojos sacuden su conciencia. Cada día le será menos fácil. 

(editorial del numero 41 de Psedònims, cuyo tema era “golpes”)

4 comentarios:

  1. Qué duro Luisa, pero qué bien pintas esa cárcel de injusticias.
    Enhorabuena, me ha gustado mucho.

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  2. Lo más llamativo de este relato es que los golpes se escuchan a lo largo de la narración, cada verbo, cada palabra usada retumba en la cabeza del que lo lee, es un gran logro.
    Un abrazo.
    HD

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  3. Muchas gracias a los dos. Humberto ha puesto el dedo en la llaga, en algo que pretendí, que las palabras fuesen como golpes, creasen una atmósfera de golpes pero que la palabra golpe se pronunciase para hablar de "la mirada que golpea humanizando a la víctima, descosificándola", por decirlo de algún modo.
    Gracias de nuevo

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  4. Magnifico este micro en el que no sólo se ve sino que se sienten los golpes...Has conseguido un ritmo con las palabras muy sonoro.

    Besicos, amiga.

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