31 de enero de 2014

El Área 51, otra vez







-Tanta cháchara, tanto parloteo –dijo el hombre trajeado al que llamaban Presidente-, tanta información clasificada y tanto secreto, nos hacen perder el tiempo.
-Sin embargo alimenta la imaginación de sus votantes, ellos prefieren a aquellos que tienen o parecen tener secretos, que en definitiva los guardan.
-Pero… ¡si allí no hay nada!, ¡nunca hubo nada! Fue un bulo, una broma.
-Una tras otra, es cierto.
-Las que quieras, pero sólo humo.
-Humo que aporta turismo en la zona, hoteles, restaurantes y tiendas de recuerdos. Humo que alimentó el ego de algunos de nuestros militares, que los entretuvo, si quiere. En cambio, si dice la verdad, el electorado quedará decepcionado y la zona en la que se encuentra se hundirá económicamente.
-Entonces, ¿qué propone?
-Seguir como hasta ahora.
Poco después este hombre se levantaba de la silla en la que había estado sentado, agotado, como siempre le ocurría cada vez que debía de “dominar” a un humano usando sólo las palabras y sin entrar descaradamente en su mente.

(microrrelato publicado en el nº 132 de la Revista Digital miNatura, escrito como respuesta a su convocatoria sobre el tema: “Área 51”) 

29 de enero de 2014

Camuflaje

El conductor del autobús vio al viejo en la parada, el de siempre, puntual, esperando. Sabía que después tendría que aguardar a que ese cabezota fuese hasta uno de los asientos de la parte de atrás, habiendo como había otros sitios libres delante. Nunca imaginó que era escritor y que su propósito era capturar las conversaciones que quedaban flotando en el aire.

27 de enero de 2014

Heridos

En cuanto el bolígrafo tocó el papel empezó a dejar en él una huella color sangre; yo, por mi parte, no pude evitar que se me escapasen algunas lágrimas.

24 de enero de 2014

El pichichi


“Hay sobradas razones como para pensar que puede ser más de lo que es ahora: el mejor jefe de Negociado de todo el Ministerio de las Segundas Copias. Ha sido un ejercicio de 10. Siempre atento a los papeles que entran en el despacho para despejarlos inmediatamente hacia otro buscando los huecos que el rígido procedimiento proporciona”. Así hablaba de él su jefe, un hombre que envidiaba y respetaba a partes iguales, el responsable del Área con mayor número de papeles tramitados en el menor tiempo posible.
Y continuaba: “Se le exige que defienda bien, que aporte dinamismo al despacho, que sea generoso y que deje que sus compañeros también se luzcan, y lo hace, siendo la suma de todas estas cualidades lo que hace que sea un central con condiciones únicas. Es rápido, tiene visión de juego, se anticipa al movimiento de los funcionarios de otras secciones y, por lo tanto, su mesa está siempre limpia. Además, como es aún es joven, tendremos un funcionario ejemplar por trienios y trienios a coste cero”.
Gómez leía con evidente satisfacción el informe que hablaba de sus actitudes y habilidades, esa segunda copia que supuestamente tenía que tramitar y no leer nunca.
Recordó entonces los años en los que había tenido que trabajar en un ingrato puesto de lateral, tiempo vacío en el que no había sumado ninguna victoria pero en el que, leyendo informes injustos, había aprendido bien, nadie sabía aún cuánto y de qué manera. Ahora, habiendo simplificado y perfeccionado hasta el extremo su juego, era capaz de eliminar los tiempos muertos y las conversaciones baldías, podía jugar poco y con eficacia sólo donde y cuando su jefe lo pedía.
Centrado, maduro, experto, así se veía a sí mismo el nuevo Gómez, aquel que tenía que empezar a buscar casa para irse a vivir con su novia.
Un poco más tarde, en la segunda copia de otro informe leyó: “Podrá jugar de jefe de Área en cuanto quiera y se lo proponga” y decidió que pondría una zancadilla a su jefe y que picaría un poco más arriba.

22 de enero de 2014

Remiendo

-Y así, tontamente, acabé pegándome un tiro.
Ella se agachó incrédula sobre el agujero que tenía en el pecho y yo sólo acerté a pedir que no se viese lo mal que había cosido el lugar en el que había estado mi corazón.
-Te ha quedado muy bien –dijo sonriendo.
Y cuando me miró, constaté que mi corazón y su ausencia sufrían del mismo modo con su persistente indeferencia, que el dolor seguía latiéndome en el centro del cuerpo y que sólo él marcaba el ritmo de mi vida. 

(como se puede ver yo usé “acabé” y no “acabe” que era como tenía que empezar según las reglas del concurso ReC)

20 de enero de 2014

Erosión

El faro delató su presencia, el navío viró hacia la costa y embistió el acantilado; después, las montañas se fueron a pique, disgregándose, hasta ser la playa en la que ahora estamos.

17 de enero de 2014

Él y ella, ella y él

                Cuando todos se fueron, con sus rostros llenos de dolor y vestidos de negro, ella cerró la puerta de casa y empezó a hacerse cargo del silencio. Él ya no estaba allí, ya nunca volvería a estarlo, aun cuando en cada rincón pudiese encontrar los objetos con los que habían decidido decorar su vida. Ahora empezaba otra pelea, otra lucha, una que sólo podía ganar: recuperar su vida, construirla desde el dolor de su ausencia hasta que ésta dejase de doler.
            Se dirigió a la habitación. En ella había una cama con un vacío en el que no hacía demasiado tiempo había dormido él. Supo entonces que no lograría conciliar el sueño en su lado del colchón, es más, tuvo la certeza de que no quería ser la espectadora triste de esa ausencia hiriente y constante. Y tomó una decisión: a falta de nadie más, ella misma la llenaría.
            Rodeó el mueble. Allí estaban sus zapatillas, los libros que apilaba en la mesilla, sus gafas, y de todo ello se hizo cargo, hasta de su miopía; y al día siguiente, después de un sueño profundo y reparador, como siempre había dormido él, se afeitó, se vistió con sus ropas y se dirigió al bufete en el que hasta el final habían trabajado juntos. Entró en su despacho, en el que él había ocupado, se hizo cargo de sus casos, de sus clientes. Durante meses asumió la vida que se había dejado huérfana y llenó el espacio que él había ocupado en el mundo luchando así contra su dolorosa partida.
            Una noche ella, a punto de acostarse, miró al otro lado de la cama y encontró en su cabeza una pregunta: “¿dónde está es mi mujer?”. E inmediatamente se levantó, se despojo del masculino pijama y rodeó el colchón; porque de ningún modo quería que él se encontrase solo o la echase en falta, porque no quería que él pasase por ese dolor.   

15 de enero de 2014

Dos fantasmas bastan

Laura Garrido




Faltaba poco para Navidad cuando llamaron a la puerta. La niña abrió y se encontró con un hombre que sólo había visto en fotos, por el que su madre había llorado demasiado. Y cerró.
-¿Quién era?
-Una equivocación.
“El fantasma de las Navidades pasadas”, añadió bajito aún con un cuento de Dickens en las manos.
Al día siguiente, más o menos a la misma hora, el timbre de la casa sonó y la pequeña volvió a abrir. A la persona que tenía delante la conocía de primera mano y sabía que tenía la mano muy larga. Sin dudarlo, le dio con la puerta en las narices.
-¿Quién era?
-¡Un vendedor, le he dicho que no queremos nada!
“El fantasma de las Navidades presentes, del que aún nos estamos curando”, musitó, acariciándose un morado del brazo.
Cuando volvió a salir el sol, la chiquilla decidió extender sus juguetes en el pasillo para ser la primera en abrir llegado el caso pero… no pasó nada. La cría pensó: “quizás el regalo es que no habrá más fantasmas, quizás las Navidades del futuro sean éstas, que estemos mamá y yo solas y que nadie nos haga daño”; “buen regalo”, añadió.

(microrrelato escrito para Esta noche te cuento, mes de diciembre, tema: “apareció por Navidad”)

13 de enero de 2014

El bikini

Rencoroso y vengativo, espera el verano.

11 de enero de 2014

PFD y Ponfiel (103, 104 y 105)



Falta de rodaje
Pasé tan rápido por tu vida que no dejé ninguna huella, solo el velocímetro desgastado y una sonrisa deformada que pasó a ser una rueda en desuso.

Duplicidad
Nos habían explicado tantas veces que si cogíamos velocidad nuestros cuerpos se desdoblarían y podríamos estar en varios sitios a la vez sin necesidad de estar presentes, que ahora no sabemos quiénes somos, si los unos o los otros. Cada uno reclamamos nuestra posición con razones lógicas y verdades absolutas. Hasta tenemos los mismos intereses, costumbres y hábitos. Y mañana cada uno de nosotros estamos dispuestos a poner una denuncia por plagio.

Visión óptica
No hay forma de poder discernir si estás sentada a la derecha o la izquierda. Esta visión estereoscópica me está provocando mal de cabeza. Será cuestión de tomar una profunda decisión, o dentro de poco y al paso que vamos no seremos más que rayas difuminadas de una imagen que nunca habrá existido.

Texto: Ponfiel (blog: Cirujano de letras)
Fotografía hecha por Jose Luis Rafael (publicada en Palabras, fotos, días)

8 de enero de 2014

Rotos

Todas las navidades el rey de los camellos hacía un alto en su lucrativo negocio, comía el pan y bebía el agua que dejaban los niños inocentes. Se disfrazaba para  encontrar a aquél que lograse apagar el carbón de su inconfesable deseo, ése con el que poder jugar y sentirse como un juguete.