30 de marzo de 2011

La empalagosa miel

  -¡Soy un romántico de la vida! –decía sin parar.
            Sin embargo ella odiaba aquella frase porque significaba que él no quería entender que ya no le quería, que las flores, los bombones y los regalos la molestaban, que los malos gestos eran que quería quedarse sola, que los dolores de cabeza nacían con sus continuas atenciones absurdas
            Decidió entonces ser la amante perfecta, la miel en persona, e interrumpirlo siempre para decirle que le quería apostando fuerte por una inundación persistente de carantoñas.
            Ayer recibió un correo electrónico en el que la dejaba. Ella no contestó siquiera.

(microrrelato presentado a la XII Edición del Concurso de Microrrelatos en Bubok y finalista)

29 de marzo de 2011

Primer deseo


Enterrada entre la basura encontré una vieja lámpara y recordé el cuento que me contó la vecina. De modo que la froté y pedí un deseo, el primero, que mi mamá deje de enfadarse, que no me pegue más, que sea dulce como lo es la profesora conmigo los días que puedo ir a la escuela.
Al día siguiente, al ir al colegio, volví la cabeza hacia nuestra casa. Mi mamá estaba en la ventana, como nunca había hecho, despidiéndome, sonriéndome, todita de azúcar.

28 de marzo de 2011

Mano de santo

Después de un trabajo de meses, de la creación de una comisión para poner orden en la documentación asociada al pleito y del intento fallido de hacer un buen arreglo, el acusado, su defendido, un imbécil con mucha pasta, acababa de encender la hoguera en la que iba a ser quemado vivo. Eso es lo que pensó al verlo en todos los periódicos. Justo la noche anterior habían estado cenando juntos y, mientras leía el menú para escoger un plato de pescado, había vuelto a afirmar que jamás se haría al tonto o el loco aunque eso lo librase de la cárcel. Comprendía ahora, viéndolo en las noticias, que el imbécil al que defendía quizás no lo era tanto. “La clave está entonces en que todos crean que yo no estoy en mis cabales, ¿no es eso?”. Ahora incluso su propio abogado podría afirmarlo.

(microrrelato presentado en el III Concurso de Microrrelatos sobre Abogados, mes de marzo)

26 de marzo de 2011

Guerra química

-Creo que no estamos solos –dijo ella.
Y con la siguiente respiración, su vuelo comenzó a ser errático hasta que cayeron inmóviles con las patas hacia arriba.

24 de marzo de 2011

La roca

Los presos humanos habían vivido encerrados entre aquellos muros generación tras generación. Sus carceleros, unos infatigables robots, se encargaban del cumplimiento de las rutinas.
Ni unos ni otros averiguarían nunca que afuera ya no había nada, que el mundo por el que tanto habían luchado era una roca estéril y que ellos sólo eran los últimos de dos razas que ya nadie en el Universo reconocería.

(microrrelato presentado al I Certamen de Microrrelato de Ciencia Ficción ArtGerust)

23 de marzo de 2011

Una inoportuna fobia

Nunca fue un obstáculo para mi trabajo de astronauta esta fobia a las arañas que ya tenía olvidada, nunca hasta llegar hasta aquí, a este planeta habitado.
No recuerdo muy bien qué ocurrió. Aparecieron ante mis ojos correteando, perdí los nervios y mis ojos se nublaron. Ahora dicen que solamente yo seré el responsable, el culpable de la desaparición de la raza humana en justa venganza por las bajas que he causado en sus filas.

(microrrelato presentado al I Certamen de Microrrelato de Ciencia Ficción ArtGerust)

20 de marzo de 2011

Un día de luto por Japón

El día 20 de marzo este blog publicó una serie de entradas, una cada hora, en señal de duelo y respeto por todas las víctimas y héroes que tendrán que volver a retomar sus vidas tras el 11 de marzo de 2011.

Como te lo cuento

Ve en Internet como el agua se tragaba su pueblo. Teme lo peor por su familia. Días después, más imágenes. Su casa, a salvo, en la colina. Una mujer en ella. Un cartel y unas palabras: “Somos la familia ****, somos siete, estamos bien”.

La sonrisa

Abre la taquilla ante aquellos hombres y mujeres, les mira a los ojos y les sonríe. Hace todo lo que está en su mano para lograr domar el miedo que sienten y que está empezando a sentir.
Se inclina. Sonríe.

El gato

Nunca le habíamos visto así, tan nervioso, recuerdo que bromeamos y también que, cuando le dejamos huir, cuando salimos todos de casa, ya era tarde.

El cuento del pastor y el lobo

La OMS dice que la salud de la población no corre peligro y yo la creo.
Sin embargo, tengo memoria, ellos fueron quienes llamaron pandemia a la gripe A y después se desdijeron.

Derrotas

El futuro de una generación de japoneses tras Hiroshima, después de un desarrollo tecnológico sin precedentes, se llama Fukushima.

El hermetismo

Decir la verdad en Japón puede ser descortés. Ellos distinguen entre los pensamientos que se expresan en público y que no ofenden a nadie (los tatemae) y lo que se piensa realmente (los honne).
Los políticos son educados.

Predicción

Hace frío, por dentro y por fuera. Ha empezado a nevar, caen lágrimas grandes y blancas.

Ocultando el dolor

Las mascarillas están bien, impiden que las lágrimas resbalen libremente por el rostro y lleguen a la boca que se quedó abierta en un grito mudo que aún no ha acabado.

Malditos periodistas

Las noticias vuelven a hablar de lo mismo pero son otras imágenes. Ahora una pareja grita el nombre de su hijo. Siento vergüenza por la cámara que no duda en registrar su dolor.
¿Y yo? Yo tampoco puedo dejar de mirarlos.

El sonido de tu voz

Subimos el monte de nuestra infancia y, detrás de nosotros, subió el agua. Lo he grabado todo con mi móvil, también tus últimas palabras.

Un planeta verde

Después del terremoto, les engulló el sucio mar. Más tarde y para enfriar el reactor, fueron a buscarlo.
El agua tiene colores, tiene caras. A veces, bajo la luz adecuada, es verde como la esperanza.

Mochilas

En cuanto la tierra comenzó a temblar, cada japonés salió a la calle con una mochila. Sin embargo nadie les había dicho que, cuando volviesen a casa, el dolor se les habría subido a la espalda.

Vecinos

Llamaron a la puerta, era la vecina. Sin hablarse, se fundieron en un abrazo.
Mañana devolverá la visita y, antes de empezar a llorar, se inclinará ante ella en señal de respeto.

La pantalla

Cuando veo las noticias, un poco de su dolor entra en mi casa. Me hago cargo de mi ración, lloro y les acompaño.

Ayer fui japonés

Apagué la calefacción y las luces, racioné el agua y la comida, preparé mi cama en el suelo y esperé en silencio a que cayera la tarde.
De vez en cuando me levantaba y miraba con temor hacia la calle.

Temblores

Del mismo modo que las réplicas hacen temblar la tierra una y otra vez, sin descanso. Nuestros corazones se tambalean y se resquebrajan.
Después, quizás, lleguen el maremoto y las lágrimas.

Mi compañero

En estas circunstancias, sé que lo único que tengo que hacer es imitarle. Descansar mis horas, trabajar de forma constante y no dejarme llevar por el desánimo.
Le veo internarse en los escombros. A veces, ladra.

Los muertos

Tuvimos suerte quizá.
La ola se la llevó todo, sin embargo nuestros recuerdos están intactos.

Voluntario

Se ofreció voluntario pero ¿por qué? Su esposa lo sabe, será ella quien le cuente a su hijo que su padre luchó hasta el final, aun cuando la esperanza y la radiación se les escapaba una y otra vez de las manos.

Un hombre

Sabe que nunca estará preparado, que nunca podrá olvidar y que tampoco querrá hacerlo.
Sube a un pequeño alto, mira el mar de escombros y el horizonte herido le asalta. Siente que está vivo porque le duele.

Una pareja en Tokio

Ella salió a comprar comida, él se ocupó de almacenar agua. Ahora, que la noche empieza a caer, miran juntos a su hijo y esperan.
No saben aún qué pueden esperar, no saben hasta cuando.

Morgues

Los japoneses son ordenados, incluso cuando no aciertan a saber donde poner tanto dolor, incluso cuando en las morgues deja de haber espacio.

La anciana

Cada mañana les sigue en silencio. Cuando encuentran un cadáver empieza a  rezar. Reza y calla.
No saben nada de ella, sólo que está sola y que no pudo despedirse de nadie.

18 de marzo de 2011

La carta



            Si estás leyendo estas palabras, ya habrás visto la foto que las acompaña. Quizás ahora mismo hayas vuelto a mirarla, entre perplejo y sorprendido, esperando que te explique.
            ¿Sabes? El 3 de septiembre fue nuestro aniversario, sí, el día desde el que no nos vemos y no te respondo. Supongo que esa noche esperabas encontrarme a la misma hora de siempre, pero lo cierto es que yo había hecho otros planes, llevo un tiempo haciéndolos, desde que tu voz casi es un susurro y tu mirada nerviosa se pierde por encima de la pantalla. Sabía que tú no me ibas a contar qué pasaba y yo… yo me descubrí pensando en tenernos, en tocarnos, en una vida juntos.
            Llegué a tu ciudad drogada de nervios. No te puedes imaginar la cara del taxista mientras le contaba lo nuestro. Recuerdo que me dijo que ya empezaba a envidiarte y que yo le sonreí.
Después, frente a la puerta de tu casa, me extrañaron las carreras infantiles pero finalmente llamé. Una niña rubia me dijo que, cuando su papá estaba en el despacho, no podía molestarle; después me pidió que la dejase soplar las velas, pero yo me negué. Cuando cerró la puerta, creo que ambas habíamos empezado a llorar por los deseos que sólo serían eso.
Volví a mi hotel en metro, anestesiada de dolor y le pedí a un japonés que me hiciese la foto que ves, la que acaba de mandarme, la foto de la noche en que supe que conmigo sólo habías hecho tiempo hasta que la cena estaba lista y tu hija, tan rubia, asomaba la cabeza y te decía: “Ya está, papi”.
Y ahora, y ya para siempre, ni tú ni yo sabremos como es la piel del otro. Nunca. 

(microrrelato escrito para la sección: “¿Qué ves?” de La Esfera Cultural y publicado hoy mismo)

17 de marzo de 2011

El encerado

La pizarra, completamente llena de letras y números, se extendía ante sus ojos como un universo lleno de promesas, mágico. Y ella, sentada en su pequeño pupitre,  esperaba que la profesora señalase a aquél que haría el trabajo que tanto deseaban: borrar el encerado.
Un instante se extendió sobre sus cabezas, un segundo eterno que se repetía todas las mañanas antes de que se iniciase la clase, un momento que siempre terminaba cuando aquel dedo poderoso señalaba a alguien, el mismo índice que la eligió a ella aquella mañana de lunes.

15 de marzo de 2011

Fruta fresca

Elegiré aquellas que cedan a la presión de mis dedos como ceden los senos a la caricia del amante. Y ahora, después de dejar que mis yemas jugueteen y recorran suavemente sus tersas superficies, las saco de la caja para acercármelas, dejándome perder en su olor, con los ojos cerrados, ya con ellas en mis manos.
            Mi boca me ofrece otra idea, más dulce, y me dejo llevar. Así, frente al pezón, mis labios y dientes se entreabren y mi lengua, al fondo, roja y húmeda, me susurra juegos y caricias. Y yo, ya me estoy acercando como en un beso. Mis labios rozan su piel, mis dientes se separan y mi lengua se arquea apresurándose a la recepción. Un momento después, todos toman vida propia y, o juegan con la punta barnizándola de saliva, o parece que vayan a morder y herir la frontera de piel, mientras se retrocede cerrándose la caricia y se vuelve a avanzar, con avidez, para no perder el sabor de su zumo. Fruta fresca. Peras de agua. Riquísimas.

14 de marzo de 2011

Cantinela

            ¿He hecho lo correcto? Ésa es la pregunta que ha estado rebotando entre mis sienes desde que salí de aquella casa. Una maleta en una mano, un niño en la otra y una pregunta, repitiéndose siempre, para llenarme de dudas.
            Han pasado los años, mi hijo ha decidido conocer a su padre y yo vuelvo a preguntarme: ¿He hecho lo correcto dejándole ir?
            Han pasado los días y aún no ha vuelto.

(microrrelato presentado a la XI Edición del Concurso de Microrrelatos en Bubok y finalista)

12 de marzo de 2011

Atocha (11/03/2004)

            La mañana siguiente de un día como el de ayer Madrid se despertó cubierta de dolor, mientras el miedo y el silencio se adueñaban de los andenes y vagones del metro y del tren.

10 de marzo de 2011

Escogorciar

Estropear, romper algo usando la violencia. Hacerse daño con un golpe o una caída.
Como sospecháis para la RAE esta palabra  sencillamente no existe; sin embargo, para algunos es argot y para otros es una palabra usada en La Manchuela, llegando incluso a admitirse la forma pronominal: descogorciar.
Como yo la uso, no hablo en argot (o no mucho) y desde luego no soy de La Manchuela, he investigado un poco. Descubro así que “escogorciar” está en la página Reserva de palabras que os mencioné en una entrada anterior junto a muchas otras, por lo que concluyo que una vez más la RAE la mató (o aún lo está intentando) mientras nosotros la utilizamos todos los días.
Ejemplo: “El otro día tropecé con una piedra en la era y se me escogorció el móvil.”, “¡Ten cuidado, que te vas a escogorciar!”

(quizás quieras participar en todo esto, mira cómo)

9 de marzo de 2011

Leyes físicas

             Nos conocimos en la universidad, estudiando Derecho; aunque, si soy preciso, la primera vez que nos vimos fue en el Entierro de la Sardina. Ella iba vestida de monaguillo; yo, de prostituta.
            Entre libros y disfraces, exámenes y juegos, logramos acabar la carrera y empezamos a ejercer. Ahora coincidimos en los pasillos de los Juzgados o hacemos por coincidir, no sé.
            “¿Estás preparado para un interrogatorio, mi amor?” Levanto la cabeza y la veo empuñar el paraguas como una porra, descubro su sonrisa jugosa y el pícaro guiño de sus ojos verdes. No tiene que decirme nada más, sé lo que significa, sé para qué me busca: quiere que esta noche juguemos a policía mala y ladrón bueno. Y yo no le voy a decir que no.
Poco después, mientras los miembros del tribunal se sientan, pienso en todo lo que este trabajo me gusta.

(microrrelato presentado en el III Concurso de Microrrelatos sobre Abogados, mes de febrero)

7 de marzo de 2011

Una vieja amistad

            -Es la princesa que habita tus sueños la que ahora te habla.
            Y frente al espejo, la mujer ahoga un grito llevándose la mano a los labios.
            -¿Te acuerdas?  
            Sí, claro. Es su amiga invisible, la que había desaparecido cuando creyó enamorarse del hombre que ya empieza a aporrear la puerta.
            -¿Se puede saber qué haces?
            La mujer, asustada, teme que él entre en el pequeño baño y logre, como ya hizo antes, que todos sus sueños desaparezcan.
            -No temas, él nunca podrá verme.
            Antes de abrir la puerta la mujer mira de nuevo hacia el espejo, dibuja una sonrisa infantil en el rostro y añade, justo al final, una mirada delirante que tiñe a la imagen de  espanto y hace que la joven ahogue, también ella, un grito.

(microrrelato presentado al Concurso ImaginArte Minificciones en Cadena)

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Microrrelato que, tras ser tallereado por Mónica Brasca, adopta la siguiente versión final:


Una vieja amistad (tallereado)
—Es la princesa que habita tus sueños la que ahora te habla.
Y frente al espejo, la mujer ahoga un grito llevándose la mano a los labios.
—¿Te acuerdas?
Sí, claro que la recuerda. Es su amiga invisible, la que había desaparecido cuando creyó enamorarse del hombre que ya empieza a aporrear la puerta.
La mujer, asustada, teme que él entre en el pequeño baño y logre, como ya hizo antes, que todos sus sueños desaparezcan.
—No temas, él nunca podrá verme.
Antes de abrir la puerta, la mujer mira de nuevo hacia el espejo, dibuja una sonrisa infantil en el rostro y añade, justo al final, una mirada delirante que tiñe a la imagen de espanto y hace que la eterna amiga ahogue, también ella, un grito.


5 de marzo de 2011

Agridulce

Durante los últimos meses su relación no había funcionado demasiado bien, eso era cierto, pero que ella decidiese ponerle fin pegándole un tiro en el estómago le pareció exagerado.
Después, cuando ya estaba en el suelo, en medio de un creciente charco de sangre, ella le dio un beso en los labios, dulce y tierno, un beso como los de antes.

3 de marzo de 2011

Burla al dolor


            Se despertó sobresaltada, cubierta de sudor y ahogando un grito. Poco después, giraba la cabeza hacia la izquierda; él se hacía el dormido, estaba con los ojos cerrados pero tenía en el rostro una sonrisa burlona, dañina, hiriente y ostentosa.
Estuviese dormida o despierta, él era su pesadilla.

(microrrelato presentado al Concurso de Minificciones, mes de febrero)

2 de marzo de 2011

En vías de extinción

            Como algunos seres vivos, hay no pocas palabras en peligro de extinción. ¿Quieres conocerlas?, ¿sabes qué significan o qué significaban?, ¿quieres volver a usarlas?
            Visita la Reserva de palabras, una iniciativa curiosa, una visita fantástica. Una propuesta que fue, que pasó, que quizás también tú encuentres atractiva, que ojalá vuelva a retomarse.