30 de enero de 2020

El expreso de medianoche


Mis ojos abiertos y fijos en el techo de la habitación recorren la huella ahora invisible de una gotera. Es de noche. Me rodea el silencio, el mundo está en suspenso y no hay nada que me indique la hora que es. Quisiera descansar, cerrar los ojos y quedarme inconsciente, olvidar que cada instante que pasa me acerca de forma inexorable al día siguiente. Cada vez queda menos tiempo. Intento una vez más ralentizar el movimiento de mi pecho, simulo estar relajado y lucho por mantener la mente en blanco, lucho desesperadamente; abro la boca, hago como que bostezo e intento llamar así al sueño y sigo sin moverme.
A mi alrededor su respiración rítmica y relajada, que envidio, y me recuerda lo último que me preguntó para decirme, sin hacerlo, lo que he sabido siempre: “Pepe, es tarde, ¿estás seguro de que quieres tomar otro expreso?”.

27 de enero de 2020

Inocentes


Mi compañero, consciente de que era mi primera vez en un pelotón de fusilamiento, me aconsejó que cerrase los ojos siempre y cuando el teniente no me viese. Y eso es lo que hice, empujado por el miedo.
Después cuando, tras la salva de disparos, volvió el silencio y me atreví a mirar, descubrí atónito que el condenado esbozaba una sonrisa incrédula y que, sobre nuestras cabezas, el amanecer empezaba a romperse.

26 de enero de 2020

HAIKU (13/11/2018)





Nieve en la acera
y los coches resbalan,
charcos helados.



25 de enero de 2020

HAIKU (12/11/2019)







Tarde estival,
reflejos en el lago,
una pareja.



23 de enero de 2020

Exceso de equipaje

El último día de vacaciones siempre fue el más duro. Había que intentar meter en la maleta, que ya había llegado llena, todo lo acumulado durante ese periodo de tiempo feliz. “De forma que algunas cosas se quedarán fuera y no vendrán con nosotros”, decía siempre mi madre con cierto dramatismo al tiempo que se encogía de hombros. Lo que no nos imaginamos nunca es que llegaría el día en que uno de esos objetos sería nuestro padre y no volveríamos al pueblo nunca.

20 de enero de 2020

Mutis

Deslizaste un silencio de más y la sospecha me empujó a la espiral que me ha hecho débil y pequeña.
Hoy, ya insignificante, soy testigo impotente de tu partida, ese punzón que me perfora.

19 de enero de 2020

HAIKU (12/11/2019)





Cascada de agua,
entre las hojas pardas
se ve un molino.



18 de enero de 2020

HAIKU (10/11/2018)





Amanecer,
sobre los altos árboles
nieve y silencio.



16 de enero de 2020

Amistad

 
Ya nunca sabré por qué un día mi mejor amigo empezó aquella carrera: a que corro más que tú, a que subo más alto, a que estoy más tiempo sin respirar; quizás me faltó carácter pero, desde el primer momento, decidí ser fiel a nuestra amistad y le seguí mientras asumía que parte de su diversión era verme la cara de susto ante cada nueva ocurrencia.
En alguna ocasión temí que fuéramos a matarnos con alguna de aquellas tonterías pero nunca pensé que era eso lo que quería hasta que estuvimos frente a aquel acantilado y dijo, con una sonrisa en la boca: ¿acaso ves límites?, para un instante después dar un paso y cruzar el último.
Juro que durante mi caída me acompañaron sus risas.

13 de enero de 2020

Cáustico

Un hermoso sol de color cacao comienza a teñir las nubes que me rodean o ¿es el último aire ácido que entra en mis pulmones quien me regala la vista?

12 de enero de 2020

HAIKU (10/11/2018)





Monte nevado
en el claro del bosque
se ve un refugio.



11 de enero de 2020

HAIKU (9/11/2018)





El puente rojo,
los cerezos en flor,
el ruido de agua.



9 de enero de 2020

Los amantes pasajeros


           

Él llegó a la estación de Metro con el recuerdo del último beso que le había dado su esposa al salir de casa; ella, bajando ya al suburbano, pensaba en lo difícil y agradable que era salir de la cama cuando su marido se empeñaba en darle los buenos días.
            Solo ellos dos sonreía en el andén a aquella hora de la mañana y eso hizo que se miraran, se conocieran y enamorasen, se sintieran culpables y terminasen por separarse, volviendo a coger el coche para así llorar a solas atrapados en el interminable atasco.