28 de febrero de 2014

Fylgiar

Supongo que mi hermana diría que es muy guapa y daría grititos de alegría cada vez que agitase las alas y una nube de estrellitas llenase la habitación. Es rubia, tiene una melena ondulada que le llega casi hasta las rodillas y unos enormes ojos azules. Se parece un poco a la muñeca preferida que ella tiene, ésa que lleva a todas partes, y creo que si la viese también ella querría una; pero ésta, ésta es mía.
Fue una casualidad que la cazase. Había salido a buscar mariposas para mi colección y cuando me quise dar cuenta estaba atrapada en la red. Le he estirado las alas con mucho cuidado, la he atravesado con un alfiler y ahora intento pensar cómo eliminar el pequeño reguero de sangre que sale de su cuerpo. Aunque quizás lo mejor sea esperar y cambiarla de caja, esconder el hada en un sitio en que mi hermana no pueda encontrarla nunca.

26 de febrero de 2014

Caso de libro

El libro parecía inocente, hasta un poco aburrido. Leyó por encima la contraportada y pensó que sólo podía haber sido escrita por un loco conocedor de la particular psicología del marketing y de la natural rebeldía de los humanos frente a cualquier consejo; en otras palabras, era un texto lleno de advertencias, de avisos, de llamadas al pánico y, tras su lectura, nadie podía evitar la irresistible tentación de comprarlo.
Días después, iniciada ya su lectura, le era imposible separar los ojos de aquellas páginas. Dejó de afeitarse, llamó al trabajo alegando una gripe, se olvidó de comer y de ducharse porque… sólo quería leer y leer, sin parar, hasta el final, para justo después empezar a lamentar que se hubiese acabado.
Cuando los vecinos dieron la voz de alarma por el mal olor que salía del segundo, los bomberos tiraron la puerta y la policía encontró el cuerpo inerte de un hombre con la cabeza atrapada por las tapas del ejemplar que estaban buscando, un asesino en serie que una editorial independiente sin escrúpulos había clonado en una elevada tirada.

24 de febrero de 2014

Extravío

No podía hacer otra cosa, lo había probado todo y nada valía. La única alternativa que tenía era continuar un día más con su labor de destruir recuerdos, los mismos que volvían a crecer cuando conciliaba el sueño. Un estéril trabajo de años que pareció haber dado sus frutos cuando sintió que el plano de su dolor, ése que tantas veces se había edificado a sus expensas, era distinto. Se sintió por un momento perdido, dudó al extender el dedo sobre sus líneas y señaló un punto de inflexión, rojo y vibrante, junto al que se podía leer un desconcertante “usted está aquí”, descubriendo que se encontraba en un cruce y tenía que elegir entre la demencia y la cordura.

21 de febrero de 2014

Juguetes

            Y allí sigue, en silencio, acumulando polvo, junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial. No hemos conseguido que entre en razón, que asuma que ha sido abandonado y que se una a la gran pandilla que somos.
            Sin embargo, aún nos queda un intento más, un cartucho más, lo trajeron ayer. Precedida por los gritos histéricos de la madre ha aparecido en el desván una preciosa muñeca hinchable, muy sociable, que afirma estar prácticamente nueva. 

19 de febrero de 2014

Sin verano

imagen de Nicoletta Ionescu


Nunca podré olvidar aquel invierno en que se me heló el corazón y envejecí veinte años.
Eran días de frío y nieve, de noches que empezaban a las cinco de la tarde en las que los lobos se adentraban en el pueblo y de mañanas en que hacíamos recuento de las pérdidas mientras nuestras retinas se inundaban del color de la sangre, hasta que llegó el día sin luz en el que descubrimos que los animales habían entrado en una de las casas y decidimos que sólo podíamos internarnos en el bosque, acabar con ellos y poner nuestras vidas a salvo.
Yo tenía veinticuatro años, el pelo negro y la sonrisa grande y, cuando volví de aquella aventura con el pelo blanco, mis vecinos aceptaron con respeto mi férreo silencio mientras uno a uno me daban las gracias.
Sí, yo soy el héroe que les libró de aquellos lobos, el que seguí su rastro en la nieve, el único que vio trasformarse las huellas de pezuñas en pequeñas pisadas humanas, el que dio muerte a aquella joven de cuyos ojos no puedo olvidarme.

(microrrelato escrito para Esta noche te cuento, mes de enero, tema: “tras su rastro por la nieve”)

17 de febrero de 2014

El espacio curvo

Se despertó en mitad de la noche, lejos del cuerpo cálido de su mujer, y extendió su mano derecha hacia ese lado de la cama, palpando la superficie de la sábana, buscándola; de repente… en su costado izquierdo… sintió una mano.

14 de febrero de 2014

El escritor

              Sueños.
            El silencio.
            Ojos cerrados.
Una respiración.
            El ruido del despertador.
            El botón con el que se para.
            El calor debajo de las mantas.
            Las zapatillas, la bata, la ducha.
            El agua caliente, la espuma y el jabón.
            El primer paseo por la casa y un cigarro.
            El olor del café recién hecho, el de las tostadas.
            Un vistazo a la mesa del despacho: las hojas están ahí.
            Las palabras escritas llaman a las que ya flotan en el aire.
            La pereza ante el trabajo, el deseo de terminar el libro. Las ganas.
            Sube las persianas. Entra la luz. Prefiere mirar a las musas a la cara.
            El paquete de folios, los bolígrafos alineados, la música sonando de fondo.
            Una silla cómoda, una mesa abarrotada, tres diccionarios, un talismán y una flor.
Ya.
          Sólo faltaba él, el secretario de las voces de sus personajes, los mismos que a duras penas le han abandonado durante la noche, que apenas han respetado su descanso, que se han colado en sus sueños para llenarlos de palabras; aquellos a los que dejó al borde de la desesperación, del llanto, a punto de ser abandonados por sus amantes o de tomar una importante y dolorosa decisión. Sus personajes, los dueños de todas sus horas, sus amos. Todos están ya allí, junto a él, piden turno y se callan. Después empiezan a susurrarle en el oído, a ese hombre que se cree escritor.     

12 de febrero de 2014

El pasado vuelve

Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos. Él acababa de decirle que los chicos habían llamado para decir que no venían y que comerían solos.
Desde que había empezado a perder la cabeza, ella había intentado seguirle la corriente, como siempre había hecho; pero con el paso del tiempo él hablaba más de ellos y ella tenía más difícil devolver al olvido a esos niños que en su día le dijeron que habían nacido muertos. 

10 de febrero de 2014

La orilla

Hay momentos en la vida en los que ésta se empeña en hacerte sentir vivo, en los que una mirada o un simple gesto despejan la niebla sorda y muda que ha rodeado tus días y te descubres al borde de la emoción, del amor y también, si la vida lo desea así, del dolor. Es sólo un instante, en el que te debates entre retroceder y volver a la medio vida que llevabas, tan cómoda, o dar un paso hacia esa mujer, dispuesto, sorprendentemente dispuesto otra vez, y con el corazón por delante. 

(microrrelato finalista en el concurso Eclipse 2013, en el que las palabras de inicio: “Hay momentos en la vida en los que… “ eran obligatorias; escribí una segunda versión pero al conocer el fallo del concurso… desapareció)

6 de febrero de 2014

Hoy estamos en la IM

Los “MicroEcos ilustrados” , vosotros y yo.
Pincha en la imagen y lee.


http://revistamicrorrelatos.blogspot.com.es/2014/02/breve-entrevista-luisa-hurtado.html
              

5 de febrero de 2014

Flirteo

De esta noche no pasa, cruzaré la calle y tocaré su puerta. He de descubrir las intenciones que albergan las ventanas de su casa y por qué no cesan de hacerles guiños a las mías.

3 de febrero de 2014

Miembro fantasma

Lo habíamos intentado todo y nada había funcionado, de modo que cortamos por lo sano. Sin embargo, a día de hoy, aún lo siento unido a mi cuerpo y el dolor de su ausencia sigue sin calmarse. Mis amigas dicen que es normal, que eso es porque mi cerebro aún tiene un área dedicada a ese miembro amputado, que he de tener paciencia, que tengo que acostumbrarme. Y yo sólo sé que, sean éstas sensaciones fantasmas o no, si llego a saberlo antes, hubiese preferido que siguiéramos siendo pareja y que él estuviese a mi lado.