26 de octubre de 2015

Posts con tuits (4)


          *Nunca le he dicho que se había equivocado de número, porque lo cierto es que no se ha equivocado de persona y que ella es quien yo buscaba.

*Sin trabajo, familia o casa, pero con horarios: cuándo cierran la tienda, llenan de sobras el cubo o formar en la cola para lograr una manta

*Se contentaba con esquivar los manotazos y poder lamer su piel sudada. La mosca acababa de nacer, pero estaba decidida a acosarle.

            *Tú te encargas de él, le dijeron; pero no duró mucho, su oponente resultó ser muy hábil con el matamoscas y todo acabó en el primer asalto.

            *
            Sólo siendo dictador logró la colección de brazos que tanto ansiaba.

*El sonido del tambor del asesino en serie tenía el ritmo de un corazón, hasta que los capturó a todos, momento en que empezó a ralentizarse.

            *Nada
            Encontró una moneda en la calle y quiso guardarla, hasta que descubrió que no tenía ni una manopla, ni un bolso, ni un deseo, ni ganas.

*La madre insiste, al salir de casa, en que están jugando; la niña calla. No puede ser un juego si esperan que él no llegue a encontrarlas.

*Nos dijo que era escritor. Jamás le creímos. Lo único que hemos leído suyo es esa nota de suicidio, si es que la escrito él.

*Vicio
            Siempre he ido a la contra. Por eso me lo prohibió, una vez. Y aún hoy, años después, no hay quien me saque de la biblioteca.

19 de octubre de 2015

Síndrome de Estocolmo

Recuerdo que hubo un tiempo en que yo era sólo una idea, libre, hasta que él me capturó, me lo quitó todo y me recluyó en este espacio pequeño y plano, que entonces estaba vacío. Después, con una voluntad férrea llena de rutinas, me fue dando otra vida, un pasado, unos recuerdos, un objetivo. Y hoy, que he admitido ser sólo obra suya y de ningún otro, hoy que decide exponerme y exponernos, he de confesar que no quiero salir del encierro; yo, como él, hace tiempo que a esta celda la llamo libro.

15 de octubre de 2015

Mendigo

A veces les echaba una mano y decía a uno de mis sucios compañeros de ahora:
-Amigo, siga mi consejo: para pasar la noche, es mejor el edificio abandonado del fondo.
Acabando por meterle en la boca del lobo con un guiño y una medio sonrisa.
Ellos no me agradecían la gestión pero yo me cobraba asistiendo al espectáculo: los golpes, el sonido del zapato sobre las costillas, los gemidos y los insultos, las risas ahogadas, el olor del miedo y de la sangre, la bendita adrenalina, el silencio final y una respiración entrecortada, expectante y miedosa.
Siempre añoraré los viejos tiempos pero, desde que me trincaron, juré no volver a mancharme las manos de sangre y no rompo mis promesas.

12 de octubre de 2015

Curación

Se sintió mejor cuando descubrió que ver el pantalón que él había olvidado ya no le hacía ningún daño.

8 de octubre de 2015

El reflejo

Solamente yo sabía que había empezado a dudar de la fidelidad de su esposa.
Sobre mí había volcado sus dudas y sus preguntas, sus miedos y sus sospechas; y es cierto que yo siempre le escuché. Sin embargo se equivocó cuando creyó que podría ser su espía, que podría vigilarla por él.
¿Cómo saber qué hacía ella cuando él no estaba si sólo puedo ser cuando él está?
Obviamente su plan no funcionó.
Ahora, cada vez que se mira en el espejo y me encuentra en él, veo su rostro cada día más hosco y huraño.
Creo que ha empezado a odiarnos a los dos, a ella y a mí, a ambos.

5 de octubre de 2015

Teniente Worf

Los personajes que viven en la frontera de dos mundos son, mire por donde se mire, los más interesantes: el vaquero que convivió con los indios, el blanco que se atrevió a tener como amigos a los negros, la primera mujer que quiso votar… Sin embargo no siempre se les ha dado la oportunidad de hablar, de ser escuchados.
Afortunadamente las cosas cambian y, hoy en día, basta tener una cuenta en alguna red social para que quede solucionado el problema.
Me dicen que Worf, el primer oficial klingon de la Flota Estelar, acaba de aterrizar en Twitter y, lo que es más interesante, que ha elegido el español para decir lo que le dé la gana.
Cuenta del teniente Worf en Twitter:

1 de octubre de 2015

Licenciado

Enseguida supe que no quería salir indemne de aquel encuentro.
Desde el primer instante decidí que, aunque acabase hiriéndome o llegase a amarme, quería que dejase una huella imperecedera en mí. Estaba decidido. Si la vida iba a tocarme, si iba a vivir, la elegía a ella, quería que fuesen suyas algunas de las cicatrices que iban a surcar mi alma.
Había aparecido en mi vida y no la iba a dejar pasar; al contrario, estaba ansioso por sentir la alegría y las lágrimas, por zambullirme en ellas. Sí, lo quería todo, sin lugar a dudas; y lo primero que tenía que conseguir es que no pasase de largo junto a mí: extendí mi pierna, más allá del trapo con el que recojo las monedas que me tiran, y le puse la zancadilla, dispuesto a recitarle unos versos en cuanto levantase la cara.