29 de enero de 2015

La espera

Aún sabiendo que ella no volvería, le vimos sentarse junto al camino y ponerse a esperar. Desde entonces han pasado algunas primaveras pero ha sido en esta última cuando hemos descubierto que su dolor había echado raíces y lo había convertido en un rosal, tan hermoso como cargado de espinas.

(microrrelato publicado en el blog Cincuenta palabras)

26 de enero de 2015

La loto

Una siempre sueña con poder hacer aquello para lo que nació varias veces a lo largo de la vida, pero para eso es preciso que la suerte alguna vez la señale y la elija; y afortunadamente para mí, ese día llegó.
No tengo palabras para explicar como me sentí en ese momento: emoción, alegría y… una buena cantidad de responsabilidad.
Creo que de lo que se trata ahora es concretar qué se va a hacer, cuál es el objetivo común o en qué se va a trabajar. Supongo que para empezar es importante recordar lo siguiente: somos más o menos cien palabras y estamos dispuestas a lo que sea.

22 de enero de 2015

Cenicienta y Dorian

Tenía que darse prisa. Repaso mentalmente todas las tareas que le habían encomendado y se dio por satisfecha; servir de interna en una casa tan grande es lo que tiene: trabajo, mucho trabajo.
Afortunadamente las pijas de las hijas se habían encerrado en sus habitaciones para probarse un modelito tras otro y maquillarse, como hacían siempre, todo el rato, con cualquier excusa. De modo que ahora que habían sido seleccionadas para ir a la televisión, al programa en que uno de los solterones más cotizados del país elegiría con quien pasar las vacaciones, estaban sencillamente histéricas.
Sonrió un instante. Ellas no lo sabían pero también ella estaría allí, era su oportunidad y estaba dispuesta a aprovecharla al precio que fuera.
Después todo ocurrió muy deprisa: los focos, los flashes, las preguntas, los nervios y… los ojos de aquel hombre.

 Estuvo mirándola hasta lograr ponerla nerviosa. En cuanto puso los ojos encima de ella, la eligió, porque era distinta a todas, porque era vulgar y barata, sencillamente perfecta. Para alguien harto de las niñas monas, impecablemente vestidas y operadas, una mujer así, con esas manos de fregona, era ideal para divertirse un poco y a su costa.
Lo cierto es que, con demasiada frecuencia, se aburría. El mundo lo amaba, lo idolatraba, lo copiaba y lo perseguía; y él se aburría. Por eso había sido tan fácil convencerle para que hiciera aquel programa: ellos habían puesto delante de sus ojos un cheque lleno de ceros y él tenía libertad total para escoger a la chica.
Abriendo la boca, elegantemente somnoliento, abandonó el estudio, dejó que los rumores creciesen a su alrededor junto con los odios y las envidias. Todo lo malo que se decía de él era más o menos cierto, aunque aún nadie había descubierto qué le dominaba y quién era: un ser sin alma en constante busca de una buena raya de coca.

19 de enero de 2015

Preámbulos

Había escrito cien veces: te quiero. Había estado de rodillas con los brazos en cruz cargados de besos. Había estado castigado contra la pared meditando sobre su forma de proceder. Incluso había logrado que ella le castigase sin recreo. Si la escalada continuaba, y él haría lo imposible para que así fuera, pronto aparecerían los castigos físicos con los que disfrutaban tanto él como ella. 

15 de enero de 2015

Sin rencor

-En realidad esto del amor…
-No tenía ninguna lógica. No podía creer que estuvieran juntos porque ni se miraban. Por eso no hice caso de los rumores, siempre me parecieron absurdos, disparatados y malintencionados.
-Sin embargo, a veces, cuanto más se esquivan dos personas más se están buscando.
-Y también, las personas que no se hablan sencillamente es que no se hablan y no hay que buscar tres pies al gato.
-Te han estado engañando, te han mentido. ¿No te duele acaso?
-Me duele y mucho, pero me niego a vivir pensando mal de todos y de todo. Él no se enamorado de ella sólo para hacerme daño.

12 de enero de 2015

Campanadas

La primera fue que vendría a la cena su exmarido.
La segunda, por aquello del empate, que también mi exmujer.
La tercera, fue cosa mía: invitar a mi muy querida vecinita del sexto.
La cuarta, apuntar al butanero con su bombona.
La quinta, que no iba a haber uvas.
La sexta, que me daba igual como fuera.
La séptima que pondría el mantel que había hecho mi madre.
La octava, que lo que tú quieras, mi amor, que tras el detalle del mantel, lo que tú quieras.
La novena, que no fuese tan complaciente, que le gustaba que le diera guerra.
La décima, que para guerra la que me das tú y todo lo que me gusta.
La undécima, es que volvimos a mirarnos a los ojos como antes hacíamos, sin decirnos ni media.
Al final, ha llegado Nochevieja, estamos solos y, aunque bebemos en los labios del otro, no hemos tocado la comida.
El Año Nuevo está a la vuelta de la esquina y ésta es la última campanada, la buena noticia: lo estamos esperando juntos, con una sonrisa.

(microrrelato escrito para Esta noche te cuento, mes de diciembre, tema: “tras las campanadas del Año Nuevo”)
imagen de Miguel Ángel Cejudo

8 de enero de 2015

Icebergs

imagen de Rosa Iglesias








Mi mujer siempre dijo de mí que era un hombre frío, como me lo comentó de ella cuando nos la cruzamos en cubierta. Sin embargo, en cuanto nos miramos, nuestros ojos se encendieron.
Hoy, haciendo caso omiso de las carreras y de los gritos, nos zambullimos el uno en el otro; y mientras el barco se mueve y hace que nuestros cuerpos bailen sobre la cama, peleamos el frío del agua con el calor de nuestros besos.
Ya queda poco. No tenemos mucho tiempo.
Nos ahogamos el uno en el otro, nos fundimos en un abrazo, buscamos oxígeno en la boca del otro persiguiendo ser uno, siéndolo.

(microrrelato escrito para Esta noche te cuento, mes de noviembre, tema: “en el camarote 115 del Titanic”)