Toda una vida, la de cada uno de ellos, oyendo la misma frase. Después murieron y otros vinieron a sustituirles, y después otros, y otros, y otros, en un relevo perfecto que parecía que nunca tendría fin.
Y así era, él seguiría estando vivo.
Pues no sé si me cambiaba por e´l, Luisa, hay semanas que son mortalmente aburridas...
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