12 de enero de 2011

Desigual batalla

Como todas las mañanas, el niño descubrió que su castillo de arena había sido destruido por las olas.
Tras apretar los puños, tragarse las lágrimas y morderse los labios, dirigió una mirada de odio al agua que ya le lamía sus pies y juró defender como fuera la que iba a ser su obra definitiva.
Esa noche nadie le sintió salir del apartamento donde pasaba las vacaciones junto a su familia, nadie fue testigo de la desigual batalla de un niño armado con una espada de juguete luchando contra el mar, nadie lo vio.
Lo cierto es que nadie volvería a verlo, nunca.

(microrrelato publicado hoy mismo en La Esfera Cultural con mucha alegría y mayor sorpresa por ésta que os escribe)

9 comentarios:

  1. Ay, Luisa, que dolor este relato. Bueno, tierno, doloroso. Ese nadie que se repite hasta lo máximo.
    Un abrazo admirado

    Por cierto, ya te enlacé en mi blog para no perderte de vista

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  2. Yo pasaré siempre por aquí, aunque algunas veces no pueda comentar.
    Saludos!

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  3. Y yo os devuelvo las visitas puntualmente, encantada además.
    Un abrazo, o mejor dos.

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  4. Triste, tierna... me ha gustado esta imagen aunque deje el regusto salado de la victoria del mar
    Saludillos

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  5. Sí, muy triste final, pero a la vez lleno de ternura y poesía. Enhorabuena.

    Abrazos a pares.

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  6. Enhorabuena por la publicación, Luisa!! me alegro mucho. Este relato es puro sentimiento, y aunque el final es realmente dramático, no deja de enternecerme. Fenomenal, cada día te creces más y más. Muchos besos.

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  7. Lucha desigual, ciertamente. La vida humana contra la vida geológica. Quizá el mar quería darle una enseñanza al romper su castillo. Enseñarle que por grandes que hagamos nuestras murallas, caerán, que todo es efímero.
    Besos, Luisa.

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  8. Supongo que ya lo sabéis pero....por si acaso, lo digo.
    Soy fenomenales, de verdad que sí.
    Muchas muchísimas gracias.

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  9. Es precioso, Luisa, entre tierno y triste, amable y descarnado. Todo junto.
    Un abrazo.

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