2 de septiembre de 2013

El reemplazo

El anciano, apenas terminé de repetir en voz alta: “sí, quiero este trabajo” tal y como me pidió, musitó algunas palabras sobre la luna llena y salió a toda prisa sin llegar a despedirse. Supuse entonces que sería un trabajo solitario y tranquilo al ver la cantidad de libros que había en la vivienda.
Ahora, después de comprobar que todos los textos versan sobre el mismo tema, no puedo evitar pensar que el hombre estaba obsesionado; si bien, también me han surgido algunas dudas: si tanto le gustaban estas lecturas ¿por qué las dejo tras de sí?, y por otro lado, ¿no se movía con mucha agilidad, es decir, era tan viejo como parecía?
Cae la noche y creo que pronto averiguaré la verdad. La luna llena domina el cielo, lo ilumina. Veo cómo nacen unas sombras en ella.
Crecen.
Se acercan.

1 comentario:

  1. Muy, muy bueno; se perciben el suspenso y el pánico creciente en tus letras. Me encantó el final abierto.
    ¡Saludos!

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