11 de diciembre de 2014

Imperturbables

Mirando desde el mar, las olas no podían comprender la quietud de la que hacía gala la costa; incluso, cuando arreciaba el viento y la lluvia caía con fuerza, aquellas piedras, las más grandes y las más pequeñas, las montañas y la arena, permanecían aparentemente quietas.
Y, mientras las olas curiosas escudriñaban la frontera con la tierra y la lamían intentando erosionarla sembrando un germen de dudas, no se daban cuenta de que ellas eran esclavas de un eterno vaivén, no se daban cuenta de que ellas eran desde siempre las mismas.

4 comentarios:

  1. Me parece casi una parábola. Muy poético y con grandes verdades.
    Besos marítimos

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  2. Lo que se dice ver la paja en el ojo ajeno en prosa poética.

    Abrazos cambiantes.

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  3. Besos marítimos y abrazos cambiantes, sois geniales, muchas gracias y...
    "abrazos marítimos y besos cambiantes", supongo.

    Besos

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