21 de noviembre de 2016

Nubada

Sobre el centro de la ciudad, en el corazón mismo, hay una boina de contaminación que empieza a doler en el pecho, que desdibuja la realidad y envenena el ambiente.
Ayer, al fin, llegó el ansiado aguacero. Ayer ella, limpiándose por dentro, comenzó a llorar.

3 comentarios:

  1. Hay mucho que llorar para limpiar nuestras ciudades.
    Un abrazo.

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  2. Qué Alivio!!! Cómo siempre inmejorable y para más info, me haces pensar.
    Besicos muchos.

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  3. Las lágrimas, ese desahogo natural que limpia y desatasca.
    Un abrazo, Luisa

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