Ni en los convulsos años de la
adolescencia, había jugado con ellas, nunca. Sin embargo ahora, después de
pelear en todas las batallas que le había regalado la vida, perdida y sola,
fracasada y sin fuerza, había decidido que aquél era el momento y que sólo así
descansaría.
Fue a la cocina y cogió su mejor
cuchillo, las muñecas las tenía cerca.
(microrrelato
incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)
Terrible Luisa, pero buenísimo.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Uf, Luisa, de los buenos, de los que hay que releer y de pronto todo encaja.
ResponderEliminarHala, qué gustazo. Gracias por pasaros, guapísimas. Gracias
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