19 de abril de 2023

Un negocio casi familiar

Una de las camareras entró en la cocina del restaurante soltando la bomba:
-Ha dicho que no.
Su padre y el de la novia que no quería serlo, el cocinero, no pudo evitar sonreír y decir: “bien, esa es mi chica”. Su mujer, limpiando una gota de grasa que afeaba un plato, apuntó: “un mamarracho menos”.
A un metro de ellos, la sumiller, una chica venida de la capital hace unos meses, cogía un aro de puerro y salía hacia la sala a la carrera.
-Espero que ahora diga que sí.
Todos asintieron y sonrieron, la familia con suerte crecería.
 
(microrrelato escrito para el concurso de La Montañesuca, concurso con estos ganadores)

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