15 de junio de 2015

La luz de la luna


            Era una bochornosa noche de verano.
Habían pasado unas tres horas desde que se acostó, según el reloj del vecino, e intentaba permanecer inmóvil, mantener la mente en blanco y respirar de forma pausada mientras llamaba al sueño, el mismo que se deslizaba sobre él como las gotas de sudor resbalaban hasta perderse en los pliegues de las sábanas.
           Calor. Sudor. Sudor. Calor. Y el tiempo.
            Oyó las cuatro y decidió levantarse. Otra noche más, otra ducha, un sorbo largo de agua y un paseo por la casa.
            En el otro extremo del pasillo estaba la terraza. La luz de la luna la inundaba, dándole un extraño aspecto lechoso, mágico, y se introdujo en ella con el mismo respeto y silencio con que los fieles entran en una iglesia en la que la misa ya ha empezado. Se tumbó sobre la vieja hamaca, se estiró y cerró los ojos.
            “Un buen baño de luz de luna”, se dijo, “eso acabará con todo, con el sueño, con el calor, con el cansancio”, mientras empezaba a sentir el agradable cosquilleo del sudor secándose. Sí, aquello era lo que necesitaba. La luz de la luna acariciándole, refrescándole, tranquilizándole, haciendo que se olvidase del mundo, que el mundo se olvidase de él, apoderándose de su cansancio, de sus músculos, como si flotase, como si estuviese evaporándose.
Al día siguiente la tumbona estaba intacta y él efectivamente ya no estaba.

6 comentarios:

  1. Buen baño de luna recibió. Un relato con el que según vamos leyendo, nos vamos identificando, para terminar en ese sorprendente final.
    Besicos muchos.

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  2. Creo que seguiré practicando los baños con agua, aunque no "acaben con todo".
    Aunque intuía la sorpresa, no esperaba ese final.
    Me gusta mucho.

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  3. Cuidado con lo que deseamos, no sea que se cumpla.... llevado un poco más lejos.
    Gracias por venir, guapas

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  4. Me gusta la intención femenina de goce que das al texto. El descubrimiento de la propia sensualidad, sin terceros. Muy bien.
    Quizá hay una demasía de gerundios...
    Un abrazo

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  5. Si, tienes razón a veces se me va la pinza con los gerundios, por eso es muy importante y te agradezco que lo menciones, para que yo me fije.
    Gracias, salerosa

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  6. Así que me salgo por la tangente e puntillas, jajaja. No me digas que no ves algo en esa niña de Clarisa, de Delia, incluso de Germán de Sobre Vuelos...
    Del tuyo me gusta esa descripción del bochorno, me pareció tan familiar, el bochorno digo. Y el final, ay la luna y las azoteas...
    Un besazo, Luisa

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