Yo, por mi parte, prefería quedarme,
por lo menos hasta que ella me enseñase a aguantar la respiración y mantener
abiertos los ojos, sin moverme, exactamente como la podía ver siempre que
buceaba hasta el fondo donde permanecía, desde hace meses ya, sujeta a un saco
de piedras.
(microrrelato publicado
en la Antología que se presentó en Canyada D’Art, hace ya muuucho que voy con
retraso)
Impactante!!!
ResponderEliminarWut???? Me acaba de recorrer un escalofrío de arriba abajo D:
ResponderEliminarGracias por demostrarme que... aún hay alguien al otro lado de la pantalla. Gracias!!!
ResponderEliminarQué final Luisa, más..., ufff no sabría si me ha dado frío o miedo, pero me ha encantado. Es un placer volverte a leer.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Los niños siempre conocen los secretos que los adultos no saben ver.
ResponderEliminarSaludos,
J.