Mi destino era Ibiza y mi
maleta una galletas y una guitarra, solo eso. Iba detrás de tu susurro en mi
oído y del lunar que tenías en el cuello, también tenía en mi memoria el “me
quiere” del último pétalo de la última margarita, confesión que había obtenido
tras haber deshojado a cientos de ellas pero que, mire como se mire, era toda
una declaración.
A golpe de buscar...
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