11 de noviembre de 2021

Pequeñas mentiras sin importancia


El comercio de almas siempre ha sido un negocio cómodo: esperar a que lleguen tras la muerte del cuerpo y que se pongan a la cola. La cosa solo se complicó un poco cuando una quiso, en vez de reencarnarse, renacer y seguir siendo exactamente lo que era; hubo que explicarle que lo que había hecho durante toda su vida había dejado de ser una bicoca, que los tiempos habían cambiado, que ahora se hacían juicios por crímenes contra la humanidad y que las consecuencias no eran divertidas. Así lo mantuvimos en su sitio, con una mentira, callando que era posible seguir perpetrando crímenes de todo tipo sin grandes problemas buscando un lugar adecuado en el planeta
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