Hoy se arriesgó y
las flechas silbaron demasiado cerca, admite para sí mientras entra en la
cueva; en ella, como todas las noches desde hace unos días, encuentra los ojos
de sus compañeros, también los de aquellos que han empezado a temerle por
comportarse como un loco y no dar a su pareja por perdida. Avanza agotado hasta
el lugar en el que recuperaban fuerzas juntos, tan frío ahora, sabiéndose ya
pasto de las pesadillas: ¿habrán conseguido los hombres que ella olvide a su
manada? Hace noches que no oye su aullido y ya solo logra escucharlo en sueños.
(borrador para
esta propuesta de ENTC, en el enlace se puede
leer que el texto final que escribí con Belén Sáenz, juntas estábamos bajo el
seudónimo de Aserejé)
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