3 de septiembre de 2025

Benidorm 1974

Dejé plantada a Maruchi en el altar, pero no quise perderme la luna de miel. Desde el balcón del hotel divisaba un paisaje glorioso: prietos culitos suecos, turgentes pechugas inglesas y muslámenes de francesitas presos de bikinis mínimos. Llamaron a la puerta ―yo con la bragueta a punto de estallar― y por un momento soñé que se rendiría ante mi estandarte ibérico alguna cariñosa forastera. Ahí estaba mi suegro, escopeta al hombro, que me tuvo retenido en el baño hasta que constató que había arriado a mano mi enhiesto pendón y, usando el maltrecho mástil y una toalla, ondeaba la bandera blanca.
 
(texto para esta propuesta de ENTC, escrito a medias con Belén Sáenz; juntas éramos Las Canículas)