17 de septiembre de 2025

No hay dos sin… Inocencio

Empezó como una inocentada en la comida navideña de la residencia. Colgamos un monigote de papel en la espalda de Paco y, cuando salió sonriendo del baño con una guapísima auxiliar y sin andador, nos contó que sentía un superpoder erótico increíble y no quería viagra. Desde entonces a Inocencio, así hemos bautizado a nuestro amiguito, nos lo cedemos por turnos los sábados… sabadetes. Celadoras, residentes y hasta la directora han gozado de nuestra virilidad revitalizada. Vale, es poco sexy hacerlo con camiseta interior, pero sujetarlo con un imperdible es sagrado; tanto como evitar el cigarrito de después e impedir que se chamusque.
 
(texto para esta propuesta de ENTC, escrito a medias con Belén Sáenz; juntas éramos Las Canículas)

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