12 de septiembre de 2014

El cebo

La noche está en silencio. La mujer avanza sola con pasos elásticos hacia su cita y registra su entorno: un hombre fuma en una escalera de incendios, una vecina saca la basura, un perro olisquea y orina en una farola, un borracho duerme plácidamente en el callejón, una pareja se funde en un beso. Ve lo de todas las noches, lo de siempre: gestos congelados, a la expectativa, miradas esquivas y silencios.
De pronto, por el fondo de la calle, se oye el motor de un coche sin luces, negro, que para precipitadamente junto a ella; alguien abre la puerta lateral, la quieren atrapar, la capturan, la hacen desaparecer mientras ella apenas logra emitir una protesta o un gemido.
Para cuando el vehículo arranque, el dispositivo ya se habrá puesto en marcha y los policías surgirán de las sombras que lamían el asfalto de las aceras, apagando sus cigarros, mirando sus relojes y calándose el sombrero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario