Antes
de irme a la cama, recorro la casa otra vez y compruebo que todo está como me
gusta: los grifos cerrados, el gas apagado, las persianas bajadas, el abuelo en
el cuadro, los reflejos tras los espejos, el monstruo bajo la cama, tu amante
en el armario y tú, quieta en la cama, esperándome.
Es cierto que echo de menos algunas cosas, supongo que
es inevitable: el relajante sonido de tu respiración o los gritos ahogados de
tu amado, testigo mudo de tu muerte y de mi asesinato; amante que por cierto no
he logrado encontrar, como si se hubiese esfumado en el aire o no hubiese existido
nunca, como si tú hubieses tenido siempre la razón y yo simplemente me lo
hubiese imaginado.
(microrrelato
incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)
Esa imaginación desquiciante que hace ver las cosas diferentes según sea la persona.
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