15 de octubre de 2018

Silencio con cobertura

Eran un matrimonio y una niña de unos diez años. Me llamaron la atención por el modo sincronizado en que dejaron sus móviles sobre la mesa del restaurante, antes incluso de haberse sentado.
Después, durante la comida, confieso haberles vigilado por el rabillo del ojo, del mismo modo que ellos miraban disimuladamente las pequeñas pantallas de sus respectivos aparatos.
No se produjo ninguna llamada y pudimos comer en paz.
Sin embargo, cuando pagaban, descubrí en sus rostros un gesto de decepción tal que, por un momento, lamenté no tener un móvil a mano para animarles la tarde.

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