10 de abril de 2019

El desvío


Y se ríe, como no recuerdo haberlo visto nunca, golpeándome con sus carcajadas y ese pañuelo que se lleva a los ojos. No puede creerme. Han sido demasiados años aguantando, poniendo el puchero al fuego y bajando la cabeza. Me recuerda, entre lágrimas y risas, que fuera de estas cuatro paredes no soy nada. Sin embargo, el paso ya está dado, he dicho lo difícil y sigo viva, ahora solo he de hacer lo de siempre, aguantar un poco más, poner las cazuelas que sean necesarias y bajar la cabeza, evitando que su sangre acabe manchándome los zapatos.

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