6 de mayo de 2019

La formación

En cuanto sentimos la más leve vibración bajo los cuerpos, corremos hacia nuestros puestos, intentado no estorbar a aquellas que han de ocupar los que por lógica serán inspeccionados antes. Puede que ustedes no se hayan parado a pensarlo pero, sí, cuando no miran, practicamos sin descanso; solo así, incluso teniendo que achicar los ojos por la luz o habiendo perdido el cielo al que estamos acostumbrados, podemos asegurar que nuestra respuesta es la pactada. Y es que el más pequeño error solo podemos verlo como un fracaso. Tanto es así que, incluso cuando ustedes están delante, cuando no debemos movernos, inspeccionamos de reojo nuestras filas buscando responder  a las preguntas que siempre nos están atormentando: ¿estamos todas en posición?, ¿hay alguna errata?, y si la hay, ¿están leyendo ya el libro, lo están ojeando, disponemos de otra oportunidad para mejorar el resultado?  
No, lograr que formen los millones de letras de un libro de tamaño medio, aunque este sea de microrrelatos, no es tarea fácil; pero es nuestro trabajo.

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