Desde el día que Pablo desapareció, madre nos prohibió
que entrásemos en su cuarto y se empeñó en mantenerlo exactamente como estaba.
Hoy, tras haberla enterrado, he vuelto a recorrer
aquellos espacios en los que crecí y he acabado entrando en la habitación de mi
hermano para descubrir que él siempre estuvo en ella, en el armario
concretamente, junto con una nota escrita con la letra de nuestra madre
intentando justificarse: “quiso salir del armario y yo se lo impedí, algo
violentamente si acaso”.
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