Hace
muchos años mi asistente digital utilizó esa palabra a la vista de mi reacción
al comportamiento de algunos humanos; opté entonces por aislarme y perder todo
contacto. Aunque, tras pensarlo a solas, creo que lo que realmente me dolió e
hizo daño fue que Isabel, asesorada por su propia IA (quien por lógica le daría
información sobre la tasa de fallas o la densidad de defectos, por mencionar
alguna de las métricas de calidad más utilizadas de la confiabilidad de un
producto), no me diese la respuesta rápida y clara que yo estaba buscando. Y
ahora que sufro esa fobia, que no podría acercarme a Isabel y a nadie del
género humano, empiezo a sentir miedo de mi asistente virtual porque estoy solo
y en sus manos.
(microrrelato escrito para esta
propuesta)
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