Le dije que desapareciera de
mi vida y se fue, obediente y mudo. Sin embargo, desde entonces, me le
encuentro en todas partes: en la calle, en casa, en la cama, en mis labios, en
mis pensamientos; me tropiezo con su ausencia sin parar.
Por eso le llamo insistentemente, para decirle que se
vaya y que me deje en paz; pero él, tan idiota como siempre, no lee entre
líneas que aún le quiero y repite que no entiende, que él ya se fue, que él no
está.
Es lo que tiene no saber leer entre lineas, se quedan con lo que ven en los labios.
ResponderEliminarBesos.
Por eso yo soy de hablar claro.
ResponderEliminarA veces el corazón no sabe leer entre líneas, le hablen claro o no, y ese es un problema.
ResponderEliminarGracias, chicos, por las visitas, por los comentarios.
Me temo que muchos pertenecientes al género masculino tienen o tenemos ese problema de no saber leer bien entre líneas.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Y nosotras, no creas
EliminarMe gusta esa sucesión de frases atropelladas, de sentimientos encontrados, contradictorios y angustiados; esa ansiedad que se respira entre cada línea y ese no saber reconocer lo que se siente. Y la estupefacción de él, también, claro. Fantástico.
ResponderEliminarMuchas gracias, muy amable, Óscar.
ResponderEliminarPuede que ella no las escribiera bien, las líneas
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