2 de abril de 2020

Doce del patíbulo

El primero por homosexual. El segundo por haber confesado un crimen, bajo tortura. El tercero por ser un activista político. El cuarto por estar implicado en un atraco con muertos, que él no cometió como los testigos afirman. El quinto por periodista. El sexto por unas pruebas, falsas pero pruebas. El séptimo, el que sonríe, por tener un trastorno mental que le impide comprender. El octavo, porque alguien encontró unas huellas, lo de menos es que no fuesen suyas. El noveno, por no tener defensor. El décimo, aunque esté arrepentido y sea un menor. El undécimo para ser eliminado de la carrera política, por la que ascendía demasiado deprisa. Y el último, porque hay doce sogas, aun cuando los padres de su víctima hayan suplicado su perdón y no puedan sostener otro muerto sobre sus cabezas.
Doce hoy, y mañana otros doce, como cada día.

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