9 de noviembre de 2020

Fregenite

Con paso lento y cachava en ristre el Mario se dirigió hacia la Plaza Mayor, dejando la casa abierta. Al llegar comprobó que su compadre se había adelantado, como hacía siempre, y había elegido ya el banco en que se sentarían. El Braulio, sintiendo que su vecino se acercaba,  hizo un gesto a modo de saludo y siguió pendiente de la calma del pueblo. Al rato se decidió a abrir la boca:
-Las verbenas son lo mejor.
Porque El Braulio elegía el banco y el tema, así era y sería. Y oída la frase, el Mario pensó que su vecino le estaba diciendo entre líneas que quería hablar de la María, la que fue su mujer y conoció en unas fiestas.
Después solo había que dejarse llevar por los recuerdos, repasados mil veces, mientras el tiempo trascurría.
Hacia al final de la mañana, como cierre, uno de los dos aportaba un dato práctico:
-Mañana, viernes, viene el de la fruta.
Y el otro asentía.
De este modo, juntos y solos, los dos últimos habitantes del pueblo se consolaban pensando que así lograban llenarlo todos los días con un poco de vida. 

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