En el autobús que nos llevaba a
Francia, a la vendimia, te dormiste apoyando tu cabeza en mi hombro y yo, por
estar contigo, aguanté las cosquillas que me hacía tu pelo. Habíamos prometido
que le echaríamos horas, las que fueran, por hacer dinero y por eso, viendo
cómo tratabas las uvas, tuve que conformarme con imaginar cómo me acariciarías.
Hasta ayer, el último día, en que fuiste mío y yo tuya, esa noche tras la que
mi sonrisa se rompió, al descubrirme sin dinero, robada, sola y ese
desagradable gusto en la boca.
(borrador para
esta propuesta
de ENTC, en el enlace se puede leer que el texto final que escribí con Belén
Sáenz, juntas estábamos bajo el seudónimo de Aserejé)
No hay comentarios:
Publicar un comentario