Todas las noches los sueños de los oscenses se elevan
sobre la ciudad para volver a caer, con el amanecer, como plumas tras encontrar
una cabeza donde posarse.
Esto explica por qué, algunas mañanas, un viejo
despierta recordando su infancia o un pequeño mira a su madre con el amor de
los ojos de su padre.
Afortunadamente la ciudad no es muy grande y La Hoya
impide que los sueños se escapen; por eso, tras cada vuelo, todo pensamiento
tiene una probabilidad nada desdeñable de volver a la cabeza que lo pensó, lo
que no ocurre en todas partes.
(microrrelato
enviado al concurso de microrrelatos convocado por la Fundación Agustín Serrate, cuyo tema, en
febrero, era: “Huesca, la ciudad vuela”, con el que gané (aparte de lo contenta que estoy, del premio en metálico, es que... han sido extremadamente amables enviándome cosas como ésta, haciéndome estar allí sin estarlo, salvando las distancias). Por eso os animo a participar. El concurso se
prolongará durante un año con temas diferentes para cada mes y ya estáis
tardando en poneros a escribir, estas son las bases)
El relato de unos vuelos muy poéticos...¡Felicitaciones!
ResponderEliminarNo sé cómo serían el resto de relatos, pero ese debía ser ganador. Es precioso. Gracias por informar de este concurso que desconocía por completo. Quizá me anime y participe.
ResponderEliminarBesotes.
A ellos les encantará que lo hagas y... ¡tienes todo el año para hacerlo, acaban de empezar y cambian el lema cada mes! Vamos, que va a ser difícil que no haya un lema que no te sugiera algo.
ResponderEliminarComparto la visión del preiosismo y la poesía del texto. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuy buen relato, Luisa. Enhorabuena
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