El
libro entró en el local. Había estanterías por todas partes, llenas de hombres
y mujeres expectantes y aparentemente dispuestos a llenar de imágenes sus
páginas en blanco.
Eligió, para que le escribiese, una
mujer que aparentemente no podía dejar de mover los dedos y que le miró con
descaro. Los demás, ajenos a todo, parecieron no darse cuenta de nada; tenían
la mirada fija e hipnotizada, como si estuvieran viendo la televisión y les
gustase que les diesen todo hecho, como si hubieran perdido la capacidad de
imaginar o de fantasearse.
(microrrelato
incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)
Precioso Luisa, pero eso no es nuevo.
ResponderEliminarMuchísimas felicidades por este libro y por dejar que lo tengamos al mismo tiempo. Lo iré desgranando.
Besicos muchos.