Después de poner a punto mi casa, pedí a uno de los
obreros que me ayudase con algunas obras que quería hacer en mi vida.
Con su inestimable ayuda, acabé con las goteras que me
habían hecho las lágrimas, saneé recuerdos, alicaté dolores, enyesé viejos
miedos y pinté mi interior de tonos suaves y cálidos.
La obra fue larga y costosa pero no hay nada como
compartir la casa con alguien.
Y bien difícil que es encontrar alguien que sepa realizar todos esos trabajos...
ResponderEliminarSaludos,
J.