21 de octubre de 2019

La gota que colma el vaso

Era demasiado. Les había dejado que vivieran allí, aun cuando habían demostrado que eran poco respetuosos, descuidados y sucios; y ahora que ya estaba hecha una mierda, no sólo se atrevían a pensar en largarse, lo último había sido oírlos hablar sin tapujos de un lugar mejor, mejor de lo que ella había sido. Ya estaba muy harta. Una palabra más, un desprecio más, y se iba a olvidar de su santa paciencia y les iba a mandar la artillería pesada: cambio climático, terremotos y plagas, todo en uno. Se iban a enterar esos orgullosos bípedos encantados de conocerse. ¿Pues no habían sido capaces de decir que “la cuestión era si otros lugares podían tener ambientes más benignos”?. ¡¿Más benignos que ella?!
Si nunca les gustó, ¿por qué salieron del agua?

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