Al otro lado de la ventana está ella,
sentada en la cama, llorando. Al verla no puedo evitar pensar que lamenta que
hayamos discutido y que ya me echa de menos, que acabará llamándole para
dejarle y volver conmigo. Es apenas un segundo pero veo mi futuro como mi
pasado, junto a ella, aun cuando sienta en mi mano el tacto de los papeles del
divorcio.
Concluyo, no obstante, que he vuelto a
precipitarme, que no debí cerrar de golpe la puerta de la habitación y abrir la
de la terraza, que si no me hubiera tirado ahora no estaría cayendo como hago.
Ufff Luisa, ese final no me lo esperaba. Muy bueno, pero como siempre digo, eso es normal!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Un relato brutal, literalmente.
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