27 de abril de 2020

Nunca es tarde, parece

Las palabras salían de sus labios sílaba a sílaba mientras su dedo recorría el papel. Mi tata Petra me había pedido que la enseñase a leer cartas de amor; aunque lo que más extraño es que haya empezado a hablar de Juan, el viudo del pueblo, como si no hubiesen sido vecinos treinta años y afirme, tan cabezota y pesada como siempre, que es él su primer amor, que tiene una falta y será una niña que criaré yo, que a ella le gustaría pero no podrá porque (“no te olvides”) en su último cumpleaños fueron más de ochenta velas las que sopló.

3 comentarios:

  1. Ayyy Luisa y esta tata tan entrañable. Me ha recordado a una amiga que espera a su madre (tendría ahora 120 como mínimo) y a su marido que vuelva del último vuelo que hizo. Precioso.
    Besicos muchos.

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  2. El tiempo a veces se pasa volando

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