22 de octubre de 2020

El caballero oscuro


Tras un invierno especialmente duro, mi pandilla y yo descubrimos uno nuevo en el barrio. Cuando nos cruzábamos con él en la acera, con respeto y un poco de aprensión, callábamos impresionados ante su gesto serio, sus labios secos y cerrados o esas ropas oscuras aún sin desgaste.
Al tiempo que yo, el último niño oscuro de la calle, lo miraba queriendo hermanarme con él o al menos imitarle, deseando que fuese mi padre y no ese hombre que anegado en alcohol y lágrimas había quedado varado en el salón de casa, después de ocupar con su dolor todo el tiempo y el espacio, dejándome sin un lugar donde poder llorar, como se merecía, la muerte de mi madre.

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