Tras
un tremendo esfuerzo y no menos constancia, pudo ver con satisfacción que una
hoja brillaba en uno de los árboles, verde y perfecta, tierna y viva, puro
contraste con los troncos negros y las ramas secas que había dejado detrás de
sí la huella del último fuego.
Sin
embargo no sintió orgullo por el trabajo bien hecho, fue miedo, al ver cómo sus
manos ya estaban buscando la caja de cerillas.
Qué cenizo de verdad y qué ben contado Luisa!! Me gusta mucho.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Pirotécnico el muchacho.
ResponderEliminarExcelente micro Luisa, nunca me esperé ese final.
!Me gustó mucho!
Beso.
Con esa tendencia sutil (patológica) de llevar al lector hasta hacerle provocar sorpresa (incendio) me quedo yo.
ResponderEliminarSaludos desde Colombia.
Gente para todo
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