26 de marzo de 2020

El padrino



Siempre quise creer que nadie tenía un padrino como el mío, mi madre me contaba sus viajes y aventuras, y yo después las repetía a mis compañeros de clase. Poco importaba entonces que no le conociese o que solo fuesen palabras.
Un día ella dijo que él vendría a vivir con nosotros, “mientras se organiza, durante una temporada”; y al día siguiente encontré en el sofá a aquel hombre obeso y calvo, al que solo le vi aventurarse cuando su caliente y sudorosa mano se posaba sobre mi piel y la masajeaba.
Fueron meses inolvidables.
Nunca volví a contar nada a mis amigos y no le deseo a nadie que tenga un padrino como el mío.

4 comentarios:

  1. Luisa, qué buen micro y como nos llevas a ese final terrible! Cuídate guapa.
    Besicos muchos

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  2. Ains maestra, que repetida esta historia de abuso (no me refiero a las veces que se ha escrito sobre ella, sino a la realidad) y que dura es siempre.

    Un besazo de reencuentro

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  3. Una realidad demasiado... real.

    Saludos,

    J.

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  4. Empieza con ternura y acaba machacando. Que arte :P

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