16 de marzo de 2020

Quevedo arroja el guante


Cojo y miope como soy, me repito todos los días que mejor vida es morir que vivir muerto; y, precisamente por la vida que bulle en mí caldeada con mis recién estrenadas veinte primaveras, sonrío cuando tras la Corte de Felipe llega a Valladolid el insigne cordobés, ese tal Góngora, que, queriendo hacer una gracia sobre el Esgueva, parece tenderme el anzuelo que busco y muerdo presto con una réplica.
Y es que siendo cojo y miope como soy pero no corto de entendederas, he de medrar y buscarme la vida como cualquiera, mejor aún si es apoyándome en alguien que tiene ya la fama que deseo y precisa, como precisaré yo, eso espero, mantenerla.

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