4 de marzo de 2016

Herencia

A mi padre le gustaba comer a su hora, decía que era el único modo de, antes de volver al trabajo, poder dormir una siesta, de apenas quince minutos pero una siesta.
A mi padre le gustaba comer caliente, dos platos como Dios manda, mojar pan y beberse un par de chatos de vino, tomarse un café cortado y levantarse de la mesa satisfecho, con ambas manos sobre el estómago y el sueño bailándole en los ojos.
Aún hoy puedo verlo ante mí, aunque haya muerto hace años, esperando al fin de semana con ilusión, contando en alto los días que faltaban para poder a remojo la humilde “Lenteja”, como él decía, “con mayúsculas”, plato que en nuestra casa siempre sustituyó a la paella, en torno al cual nos hemos reunido siempre la familia.
A mi padre le gustaban los platos de cuchara, como le gustan a mi hijo, como le gusta que los fines de semana yo sea un poco… como el abuelo era. 

(microrrelato enviado al concurso de microrrelatos Lenteja de Tierra de Campos)

3 comentarios:

  1. Mi padre siempre decía que aunque le tocara la lotería y fuera multimillonario, nunca dejaría de comer lentejas. Un buen micro, Luisa.

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  2. Tu padre sabía. Ay, las legumbres!!! (y otras cosas, jejeje)

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  3. Que no se pierdan las tradiciones, las mejores, las más sencillas.
    Un abrazo, Luisa, y felicidades por esa videoconferencia literaria. Qué lástima que no se pueda escuchar.
    Un abrazo

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