Se
asoma al borde de la cuna y la hermosura del sueño del niño hace que nazca una
sonrisa, pero la dolor por la realidad que se impone llega en un instante,
blanca y fría como un puñal, detrás de esa mascarilla tras la que se esconde
alguien que afirma, sin que la voz le tiemble, que ya nada se puede hacer.
Ufff, cuánto dice ese final!!
ResponderEliminarBesicos muchos.