Supongo que lo he sabido siempre, aunque me lo haya negado; supongo que ya no quiero ni puedo ocultarme nada más. Te miro y veo el hombre blando y desorientado con el que he compartido los últimos veinte años de mi vida; y me siento incapaz de preguntarme cómo he aguantado a tu lado, aunque la verdad es que hoy, ahora mismo, la respuesta poco importa. Aguanté veinte años, señal de fuerza y de paciencia, de estar satisfecho con muy poco y ahora, junto con la energía que me he ahorrado, voy a invertirlo todo en darle la vuelta a mi vida, con las manos vacías, la cabeza alta y una sonrisa en los labios.
¿Cuánto
hace que no caminaba sola por la calle, cuánto hace que he caminado sola
estando cogida de su brazo? Y este gesto tan nuevo, que curva mis labios y
tensa mis mejillas, ¿hace cuánto no brillaba de este modo mi sonrisa?
Qué bonito cuando se decide a cambiar la vida, para re-vivir!!
ResponderEliminarMuy bonito, Luisa.
Besicos muchos.